sábado, 1 de septiembre de 2007

Nuestra casa en 2006...

Abril Kerima Carmi - Magdalena Munoz - Daniel Gutierrez -
Juan Ignacio Araya - Juan Pablo Baraona

Mayo Óscar Lazo - Tomás Ojeda - Ignacio Selles - Andrea Espinoza -
Soledad Acuña - Alejandra Gómez


Uno de los regalos más importantes que recibí allí, fue la conciencia de poder y deber servir a Dios no sólo desde mis capacidades, sino también desde mis incapacidades y “charchezas”, desde mi propia humanidad y con todo lo que ello implica. Inevitablemente, dejé la Storta con gusto a poco, y creo que esto es lo importante, la prueba palpable de que mi vida no está alejada de lo vivido aquel mes. Por José Ignacio Selles (Testimonio publicado en "XCV").


JunioFlorencia Prieto - Leonor Méndez - María Simian - Darío Oyarzún - Carlos Campos - Rodrigo Mora - Felipe Valencia

Reencontrarse con la Storta después de casi 3 años, es reencontrarse con Dios. Es vivir nuevamente en un lugar donde Dios se hace cuerpo mediante tus compañeros de comunidad, tus hermanos del Hogar de Cristo y el Espíritu Santo vivo en la oración. Y hacer que este encuentro genere su fruto más allá de los cálidos muros de esta casa, es vital. Sólo así los habitantes venideros encontrarán a Dios en ella. Por Darío Oyarzún (Testimonio publicado en "XCV")


Agosto José Pablo Fernández - Ignacio Díaz - Matías Winter - Gonzalo Rosende - Constanza Ralph - Katherine Vargas - Ángeles Castro - Paulina Cossio


En Agosto me embarqué en un proyecto algo desconocido para mí: Ir a vivir a la famosa Storta.
No fue fácil, pero sentía que Dios me invitaba a esta experiencia y le hice caso. Tampoco sabía mucho, sólo que me alejaba por un mes de mi vida rutinaria, viviría con otra gente y que pertenecía al Hogar de Cristo. Así dejé mis interrogantes y en Abril ya estaba inscrito.
Llegó el momento de partir y yo estaba feliz. Me ponía nervioso pasar al altar en la misa, pero tras eso comencé a ser un stortiano; cambié de casa, me adapté a este nuevo estilo y empecé a convivir más con Dios.
“Yo os seré propicio”, es la frase que San Ignacio recibió en su iluminación, en la Iglesia de La Storta. Concuerda con la presencia de Dios en esta
casa. Él, parece hacerse presente y ayudarnos en esta experiencia, decide vivir con nosotros. Para eso invita a más gente. Destaco al grupo, todos de una profundidad inigualable, deseosos de servir a Dios, reflejándolo en lo que hacían y siendo consecuentes con lo que decían. Todos apóstoles de Cristo, luchando en su actividad con este mundo impersonalizado que nos toca vivir. Así fui conociéndolos y aprendiendo de ellos. Vivimos momentos increíbles que compartimos con nuestros familiares y amigos. Cómo olvidar esa fiesta de gala, los juegos, las oraciones, y tantas otras cosas. Desde la comunidad y la vida espiritual que se generó en el grupo, pudimos salir al exterior para llevar a dios a muchos lados.
La experiencia de los apostolados fue enriquecedora; conocimos a muchas personas, les entregamos compañía y nos dieron mucho más aún. El tiempo se hizo escaso para compartir los grandes sueños que compartimos y tuvimos que despedirnos, pero el, recuerdo quedó en nosotros.
Cuesta plasmar toda la experiencia. Espero que mis palabras sirvan no como una bonita historia, sino para
motivar y vivir, ya que la Storta no se cuenta, sino se vive. Por Matías Winter (Testimonio publicado en "XCV").


SeptiembreCristóbal Morales - Tomás Honorato - Joaquín Rodríguez - María Eugenia Moreira - María Jesús Olivo - Isidora Pinto


OctubreCristián Robertson - Pilar Phillips - Matías Palacios - Benjamín Figueroa - José Tomás Vicuña - Verónica Cox - Andrea Cox - Petra Viertel

Noviembre

Danae Fuentes - Sebastián Tomicic - Jorge Marín - Valeria Barría - Fernanda González - Alvaro Leiva - Carmen Gloria Llanos

2 comentarios:

Pachy dijo...

He tenido al suerte de ir dos veces a la Storta. Una de ellas con mi comunidad (diciembre del 2004) de ese tiempo, por una semana y luego el 2006 en el mes de Junio. En ambas es muy difícil poder explicar con palabras como Dios se manifiesta a diario en los distintos lugares; en las personas que se van conociendo y sobre todo en la familia que se logra formar dentro de la casa, esa familia de un mes que se vuelve tu compañera de pieza, amigo de carretes, oido atento cuando se necesita, el mejor chef de la semana, percusionista, guitarra y voz en tantas oraciones cantadas realizadas en la capilla y cuanto más.

Doy mil gracias mi familia Storta de ese mes: a Darío, "el hombre más duro de los duros" y excelente asesor y amigo, a Rodrigo con quien compartíamos la experiencia de ser de los más viejos de la casa (Grande rrorri), a la Cocó quien fue nuestra inspiración culinaria y de ternura, a la Mary por sus ganas y alegría, a Carlitos por sus siempre sabias palabras y muy buena onda y a Felipe por su disponibilidad siempre.

Gracias equipo Storta por poder conmemorar estos 10 años de tantos regalos... y que sigan siendo muchos más.

Rodrigo Mora dijo...

Gueeeeena:
Como están todos.
Siendo difícil mi participación mañana tengan en oraciones a todos los que han pasado alguna vez por allí.
Lindos momentos junto a los preferidos del Señor.